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jueves, 29 de julio de 2010

Aprendiendo a vivir



Música. Matemáticas. Se trata de dos palabras que no conectan entre sí. Dos palabras totalmente distintas y a la vez muy similares.

Él, un joven de Barcelona, guapo, alto, en definitiva, el chico con el que alguna vez se sueña.
A él, le podemos dividir en infinitos trozos, pero nos basta con solo dos, es decir, en sus dos pasiones.

Música. Matemáticas. Sí, esas son.

Andaba por una cuidad. Iba inquieto, observando a cada lado para no perderse ni un solo escaparate en los que la decoración era guitarras o instrumentos de cualquier tipo. Boquiabierto miraba esa tienda y paraba sus pies para ojearlo todo, y posteriormente entrar a descubrir el mundo de la melodía. Al introducirse en esa tienda, alucinaba con cada cosa que veía, de su boca un comentario salía para cada objeto que se interponía en su visión. Conocía a cada uno de esos cantantes, de los cuales, sus discos vendían.

Prosiguiendo con su parte musical, él continuaba feliz por las calles de aquella ciudad, Cork. Caminaba alegre, porque en cada momento iba cantando, por cada palabra que escuchaba, una canción le salía. Tras recorrer cada rincón musical de aquel lugar, se limitó a coger su guitarra y cantar con su voz. Sonaba distinta, diferente, única, en definitiva, era irresistiblemente alucinante. En el momento en el que rozaba las cuerdas de ese instrumento, se trasladaba a otro mundo, era su mundo, lo vivía, se metía en esa melodía, y me contagiaba esa vida que su cara tenía. Se le pasaba el tiempo cantando. Si le mirabas, caías perdidamente y te enganchabas a su forma de vivir las cosas. Él salía de casa y cantaba. Tenía sueño y seguía cantando. Eso le llevaba en cada momento a hacer lo que siente. Es feliz cantándole a la vida, si no, ¿qué sentido tendría vivir, si no realizas lo que te gusta?


Sin desviarnos, continuo saltando a aquella otra palabra que antes nombrábamos. Matemáticas. Un músico matemático, ¿alguien ha visto eso alguna vez? Puede ser cierto. Si le analizas, para cada situación, saca los números. Se volverá loco, pero estudiará lo que realmente le de la felicidad. En su caso, será una locura totalmente normal, porque se habrá convertido en un loco a causa de perseguir su sueño, con lo cual, será autentico y feliz.



Los músicos no están locos, simplemente piensan diferente a los demás.
Los matemáticos no están locos, solo están enamorados de los números.



Y él, no será un loco, será un ser distinto, peculiar y feliz porque habrá conseguido todo cuanto quiere en la vida con esa armonía.




















Si la locura te lleva a la felicidad: Sé un loco feliz.


Ana Díaz Domingo, 11 de Julio de 2010.

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