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domingo, 4 de noviembre de 2012

Ella. Amplia e inmensa.


La vida. Típica palabra que no comprendemos a pesar de que estemos hartos de escucharla y que tiene un gran repertorio de significados.

La que nos da la felicidad y sabe cómo arrebatarla. La que te regala el sufrimiento y te acribilla, abofetea sin saber un por qué. Te premia con grandes momentos o te hunde con atrocidades que te hacen caer y ver el suelo para hacerte aprender. Una madre que te instruye y te prepara. La que te abre los ojos de cualquier forma y te hace ser consciente de que estás en ella, de paso, para que camines y sepas que eres un aventurero a quien le han regalado la mejor de las sendas. Sendas que nunca serán recorridas en soledad, porque si algo bueno te da, si algo bueno te pone, si algo bueno va reflejado en todas y cada una de sus acepciones, y si algo es lo que lleva a ese aventurero a continuar y no dejarla a medio trayecto, limitándose a permanecer al margen, son los amigos, compañeros de una experiencia inolvidable, de algo que jamás será vivido nuevamente: la vida.

Así se llama, vida. Algo que hay que sentir, afrontar, disfrutar y por supuesto, valorar de la mejor manera. Escarmentando día a día y siendo reales con cada compañero, porque todos estamos en ella, siendo meros aprendices.

'Caminante no hay camino. Se hace camino al andar'.
Ana Díaz.
Martes, 27 de Marzo de 2012.

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