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miércoles, 27 de noviembre de 2013

Mundo superviviente.


  Andar por la calle y ver a esas personas en el suelo con su mano alzada, la mirada triste y un tarro para que eches alguna moneda. Ver una tras otra y contar más de diez por calle. Y entonces replantearte el mundo en el que vives. Personas que ni tan siquiera son capaces de decirles un buenos días o dedicarles una breve sonrisa que les de una bocanada de aire y una razón por la que vivir, ganas de vivir.

  Seguir andando por la calle y darte cuenta de que ningún contenedor está solo, sino repleto de personas alrededor con ropa sucia, cara demacrada, buscando algo que llevarse a la boca. Personas que antes eran pudientes y ahora... ahora ya nada.

  Continuar tu camino, y encontrar millones de casas en alquiler, o en venta porque nadie puede hacerse cargo de los gastos, sin embargo, algunas en mal estado.

  Así entrar a una tienda y hallar lo precios subidos por las nubes. En cualquier rincón puedes leer 'crisis' pero a la vez, ¿quién puede permitirse el lujo de ir a comprar sin mirar el precio? Descuentos limitados e incluso, ausentes en algunos lugares.

  De este modo, volver a casa, pensando en el día vivido y llegar a la conclusión de que puede que todo precio se halle por las nubes, pero que tú, para tu fortuna, tienes la suerte de tener algo que llevarte a la boca, cosa que todas esas personas sentadas en la calle o buscando en el basurero no poseen. Que los caprichos, caprichos son, simples ilusiones, pero un simple trozo de pan puede que suponga un todo para algunos, más que una ilusión, más que un capricho, una necesidad.

  Y entonces, solo entonces, darte cuenta de que el simple hecho de poder levantarte en una cama, tener una alarma que te recuerde que posees un trabajo, poder hacerte un café para despejarte, comer al mediodía y cenar, y lo más importarte, saber que no estás solo, es sin duda, una razón para sonreír y ser feliz.

  Porque si puedes sonreír, puedes continuar y seguir adelante.

  Porque un todo, no tiene por qué ser material, sino que un todo puede implicar el hecho de tener una familia, un apoyo y por supuesto, poder contar con un trozo de pan cada día.




Ana Díaz.
Miércoles, 27 de Noviembre de 2013.

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