Seguidores

lunes, 4 de octubre de 2010

Un ser muy grande.

Su vida comenzó unos años antes, yo diría que trece años exactamente.
De mi tita salió un ser que en unos años sería mi primo.

Él creció, tenía su vida, ya era mayor, pero de repente aparecí yo.

Mi mamá dio a luz y de ahí salí. Una nueva prima.

Entre mucho cariño me dieron la bienvenida. Fui creciendo. Comencé a andar, sí, di mis primeros pasos, y él me vio aprender.

Mi primo mayor: Antonio Francisco.

Muy pronto, cumplió los dieciocho años y yo empezaba el colegio.
Recuerdo su forma de hacer el payaso para hacerme reír o aparecer disfrazado porque en el colegio tocaban carnavales.

Le admiraba, porque todos los niños corrían tras él, porque él les prestaba atención a todos. Y yo decía: ‘Es mi primo’ orgullosa de ello.

Pasaron los años, mi primo estaba en la universidad, estudiaba educación física.

Y con el paso de esos años, yo fui creciendo y él no dejaba de prestarme atención.

En un abrir y cerrar de ojos, pasé al instituto y lo que era un primo, pasó a ser un profesor, sí, mi entrenador de fútbol, y no solo eso, sino un maestro que me enseñaba muchos valores y que con mirarme conseguía trasmitirme muchas cosas, entre ellas, ternura, cariño…

La primera vez que fue mi entrenador, era una sensación extraña pero a la vez emocionante. Éramos pequeñas aún y él sabía tratarnos, aunque para ser sinceros, y no engañarnos, le costó, porque es difícil de entender a un grupo de chicas, y es muy complicado tener esa paciencia suya.

Fútbol comenzó siendo duro, ya que perdíamos todo, era nuestro primer año y las demás nos sacaban unas cuantas cabezas, pero poco a poco fuimos siendo más y más fuertes, hasta tal punto que la derrota no nos entristecía porque él siempre tenía palabras de ánimo.



Recuerdo un momento con mucha risa, pues en cada partido, se le quedaban mirando, porque los entrenadores solían ser más mayores. Hubo un partido en el que las niñas decían que era muy guapo, y nosotras protectoras saltamos diciendo ‘¿os gusta?, pues es solo nuestro’.

Llegó el segundo año y con él, el tercero. Y lo que era un equipo pasó a ser como una familia.

Llegaba el cumpleaños de cada una de nosotras y siempre había algo preparado. Él sabía siempre cómo sacarnos una sonrisa y sobre todo, cómo picarnos, porque es experto en ello.

Yo como prima, nunca me he sentido superior a las demás. Ha sabido tratarme como una más. Aún no lo sabe todo de mí, porque cuando me enfado o voy con el pie torcido a entrenar, llama a mi mamá preocupado porque no sabe qué me sucede. Pero eso es algo que se solucionará porque me queda una vida por delante a su lado.

Hoy por hoy, ya son casi cuatro años. Y el equipo sigue, solamente, gracias a él, porque nadie tiene su paciencia y nadie es como él.

Y hoy, apunto otro día más a su lado. Pero apunto este día de un modo distinto. Su boda.
Mi primo, se casa. Hoy es él el protagonista y yo como prima tenía que dedicarle unas palabras.
Quiero que nunca olvides que te agradezco cada momento que me has dedicado a mí, porque han sido muchos y serán muchos los que quedan, porque eres muy grande para mí, porque eres mi primo, mi entrenador y sobre todo alguien muy especial al que querré siempre.

Feliz Día. Porque te lo mereces.

Te quiere mucho: Tu prima:

Ana Díaz Martínez.
Sábado, 25 de Septiembre de 2010

No hay comentarios :

Publicar un comentario