Seguidores

lunes, 4 de octubre de 2010

Una parte de mi vida.

¡Situémonos! 1982, ¿qué fecha será esa? Según mi cronología, en ese año nació alguien que en un futuro conocería, mi primo Antonio Francisco.

Él estuvo cuatro años correteando solo por casa, hasta que en 1986, apareció otro ser, quien posteriormente también conocería.

Exactamente pasaron nueve años, y era hora de su comunión.

En el vientre de mi mamá me encantaba, pues ya era mi hora, el año 1995.

Mi fecha ya estaba prevista, en Junio nacería, pero algo me decía que tenía que salir al mundo, pues escuchaba a mi mamá hablar de un primo llamado David y de su comunión.

Sin pensarlo dos veces, comencé a patalear, pues era Mayo y en unos días sería ese gran día para él. Le hacía daño a mi mamá, pero era mi obligación, estar presente en esa cosa de la que mi mamá hablaba tanto: su comunión.

Por fin salí y en unos días, le puse cara, ojos, boca, oídos, todo, a ese primo.

Iba de blanco y era su día, su comunión. No me soltaba. Siempre en sus brazos iba.
Yo era, su nueva prima.

Con él me veía protegida. En él no había peligro.

El tiempo pasa, él creció muy rápido, o al menos, así me lo parecía a mí.
Se hizo mayor y yo decía: ‘’Pues mi primo es mayor’’ y me sentía orgullosa de ello.
Al ritmo que el se hacía mayor, yo hacía mi vida y mi primo me miraba con alegría en los ojos y a la vez con temor, porque lo que era su prima pequeña, se hacía mayor y eso lo llevaba de miedo.
La vida da vueltas e incluso marea, pero siempre te lleva a lo mismo, la familia.
Mientras yo crecía, cuando echaba la mirada atrás, veía que lo hacía rodeada de cariño, pues una cola extensa me perseguía, mis primos, mis abuelos, mis padres, mis tíos… era enorme, en ella me apoyaba.

De pequeña, era su juguete, pero un juguete privilegiado, pues me protegía.
Ahora todo es distinto, pues la vida pasa.

Hemos crecido los dos. Él tiene veinticuatro años, es guapo y alto, y yo puedo seguir diciendo: ‘’él es mi primo’’. Yo tengo quince años y me toca agradecer todo lo que me han regalado.
Así que llegó tu hora. David. ¿Le conoces?

Para ser sincera, me parece extraño escribirte, pero aquí estoy.
Necesitaba que sintieras a tu prima de algún modo.
De pequeñita, mi madre dice, que tú jugabas conmigo, que no me soltabas, y sí, era cierto.
Hoy por hoy, sigo siendo una pequeñaja al lado tuya, solo que ahora sé lo que digo y sé todo lo que hacías conmigo, por ello, es mi turno:

El tiempo pasa, la vida pasa, los años pasan, las horas pasan, los minutos pasan, los segundos pasan, pero sólo sé decirte algo:

El amor que te tiene tu prima, nunca tiene un fin impuesto, pues no acaba.


Ana Díaz
Sábado, 25 de Septiembre de 2010.

No hay comentarios :

Publicar un comentario